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>Cinco razones para el optimismo

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Por MOISÉS NAÍM (El País.com, 01/02/2009)

Los pesimistas son serios, realistas y menos dados a desilusionarse por la vida. Los optimistas, en cambio, son ingenuos y por ello más propensos a ser sorprendidos por las malas noticias. Los pesimistas son pensadores profundos y bien informados mientras que los optimistas son superficiales y no entienden bien lo que está pasando. Basándome en estas estereotipadas percepciones -y en la incesante avalancha de malas noticias que a diario nos abruman- lo más fácil y seguro sería escribir un artículo explicando por qué el mundo está muy mal y por qué lo que viene será aún peor. También me lo facilitaría el hecho de que he asistido al Foro Económico Mundial en Davos. La imagen que se tiene de la reunión de Davos es que es solo para ricos y poderosos o los periodistas que los entrevistan. Pero no es así. También asisten líderes religiosos y sindicales, muchos de los científicos más importantes de estos tiempos, innovadores sociales, artistas plásticos, escritores, músicos y hasta exploradores de recónditos parajes del planeta.

Llevo muchos años asistiendo a estas reuniones y nunca antes había visto un ambiente tan pesimista. Una lúgubre anticipación de lo que viene dominó las conversaciones. Así, por llevar la contraria, y porque la lista de problemas ya la conocemos, he decidido escribir sobre algunas razones para el optimismo.

1. Los infartos ayudan a cambiar hábitos. Nada mejor para dejar de fumar que un buen infarto -especialmente si se sobrevive-. La economía mundial ha sufrido un doloroso infarto. Sufrirá mucho, pero al salir de la crisis se verá obligada a adoptar hábitos más sanos y sostenibles. Se rebalanceará el equilibrio entre el Estado y el mercado; se controlarán algunos excesos y se corregirán las distorsiones macroeconómicas. La dieta será muy dura y el paciente seguirá débil por un tiempo. También caerá en la tentación de volver a fumar y comer mal. Pero tener el infarto en mente moderará el riesgo de que retome las malas costumbres que casi lo matan.

2. Renovación política. Si 2008 fue el año del crash económico, 2009 será el del crash político. Algunos gobiernos caerán, otros se debilitarán y casi todos tendrán que cambiar su manera de hacer las cosas para responder al inmenso descontento social provocado por la crisis económica. Algunos responderán refugiándose en el autoritarismo y el populismo. Pero en otros países se abrirán posibilidades de cambios políticos positivos que no hubiesen sido posibles sin la crisis.

3. Nuevos líderes. Y no estoy pensando solo en Barack Obama, aunque él es evidentemente el primer ejemplo que viene a la mente. Y su caso y su historia motivarán a otros, en todas partes. En general, la crisis le va a hacer la vida más difícil a quienes han estado a cargo de países, partidos políticos, empresas privadas, universidades, medios de comunicación u otras instituciones, y va a abrir puertas y a facilitar el ascenso de sucesores con ideas nuevas.

4. Más innovación que nunca. «Nunca antes en la historia ha habido tantos innovadores como ahora. La cantidad de gente que está creando nuevas maneras de resolver nuestros problemas no tiene precedentes», me comentó Edmund Phelps, premio Nobel de economía, cuando le forcé a que me diera una razón para ser optimista. Según Paul Laudicina, presidente de una de las empresas de consultoría más grandes del mundo, «estamos al comienzo de una oleada de profundos cambios tecnológicos que crearán una nueva revolución en la productividad y mejorarán la calidad de vida de todos. Contaremos con posibilidades ahora inimaginables».

5. Más generosidad que nunca. El mundo vive una explosión de solidaridad con los más necesitados. En todos los países proliferan organizaciones cuya misión es ayudar a otros. Gracias a Internet, la filantropía se ha democratizado y globalizado. Esta tendencia es reforzada por una creciente intolerancia, especialmente entre los jóvenes, hacia la desigualdad, la injusticia y la discriminación. La crisis aumentará las necesidades y las emergencias sociales y estimulará a muchos a hacer algo por los demás.

Será muy fácil para los pesimistas explicar por qué cada una de estas razones va a tener efectos negativos. La crisis matará a muchos y el paciente no cambiará sus malos hábitos. Los viejos líderes no se dejarán quitar el poder, las nuevas tecnologías también tendrán efectos nocivos y la filantropía nunca ha podido resolver los problemas del mundo. Estos argumentos, repito, son fáciles de defender y no constituyen mayor reto intelectual. Lo difícil es buscar razones válidas para ser optimistas. Difícil, sí, pero indispensable. Intentémoslo.

febrero 1, 2009 Posted by | economía | Deja un comentario

>La cacería ha empezado

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Por MIGUEL MORA (El País.com,01/02/2009)

Los sucesos de Ponticelli no son, desgraciadamente, un hecho aislado en la Italia actual. La Comisión de Libertades Públicas del Parlamento Europeo, que inspeccionó en septiembre la situación de los gitanos en Italia, ha aprobado un demoledor informe de 23 páginas que resume la situación en tres frases: «Aumento de los episodios de racismo y xenofobia, algunos de ellos caracterizados por una violencia sin precedentes», «sensación de malestar e inseguridad crecientes» y «pésimas condiciones de acogida».

El documento, presentado por el presidente de la comisión, Gerard Deprez, y aprobado por 35 votos contra 12, acusa a instituciones y medios de comunicación de tratar el fenómeno migratorio con «dramatización exagerada y exasperada», lo que contribuye a que «se mantenga la alarma social creada para justificar el paquete de seguridad y las ordenanzas de emergencia».

Las conclusiones, elaboradas por los eurodiputados después de encuentros con parlamentarios italianos, el propio ministro del Interior, Roberto Maroni, ONG, Cruz Roja y Acnur, subrayan que «las condiciones del pueblo nómada han sido infravaloradas siempre por las autoridades públicas y resultan hoy seriamente comprometidas».

El Parlamento reconoce algunos pasos positivos, como las intervenciones para mejorar las condiciones de vida en las chabolas de los campamentos, entre ellos, el de Casilino 900, que existe desde hace 35 años a 10 kilómetros del centro de Roma.

Dos parlamentarios italianos, Roberta Angelilli, de Alianza Nacional, y Mario Borghezio, de la Liga, presentaron un voto particular denunciando que el texto «dibuja un cuadro denigrante y no realista de la situación» y «expresa un juicio político instrumental antes que contribuir a la solución de los problemas».

A otros, en cambio, les parece demasiado suave. La ONG EveryOne, que cuenta entre sus miembros con ciudadanos gitanos, afirma que «en Italia está en curso una campaña mediática y política dirigida a criminalizar al pueblo romaní y consentir así un número impresionante de desalojos brutales, intimidaciones, expulsiones de hecho y de ley de familias enteras, y abusos judiciales».

En los últimos días, tres violaciones, una cometida en Primavalle, barrio de la periferia de Roma; otra en la cercana ciudad de Guidonia, y la tercera en Piacenza, al norte del país, han conmocionado a la población y han desencadenado, otra vez, la cacería indiscriminada de gitanos, rumanos.

Italia es el país de Europa más receloso ante los inmigrantes y los gitanos, según indican las encuestas internacionales, y de nuevo ha reaccionado al horror mirando hacia los sospechosos habituales. «Furia inhumana. Se peinan los campamentos romaníes», titulaba el pasado miércoles el diario Corriere della Sera.

Tras las violaciones ha habido redadas de día y de noche en los campamentos cercanos a los hechos. Quinientas personas fichadas y veinte detenidas por motivos ajenos a los hechos. A cambio, no ha habido ningún arrestado por los ataques contra inmigrantes.

En Guidonia, el sábado de la semana pasada, un grupo de jóvenes de extrema derecha agredió a nueve extranjeros; el martes, una turba intentó linchar a los seis ciudadanos rumanos detenidos como sospechosos.

La noche anterior, cuando la policía aún buscaba a los autores del delito, la agencia Ansa rebotó estas declaraciones del ministro del Interior, Roberto Maroni, a la televisión RAI 1: «Los datos de violaciones en Italia son atribuibles en un 58% a italianos y en un 9% a rumanos. En Roma, la situación es distinta: 35% italianos y 31% rumanos. La diferencia se explica por la fuerte concentración. En mayo acabaremos con los campamentos ilegales de nómadas». Las últimas estadísticas oficiales de 2007 reflejan, sin embargo, que el 90% de los delitos sexuales son atribuibles a ciudadanos italianos y sólo el 10% restante a extranjeros.

«Los sospechosos de la horrenda violación en grupo de una joven de 21 años en Guidonia resultaron ser, en efecto, rumanos, pero no de etnia romaní. Interior sólo comunicó este hecho el jueves, 48 horas después de los arrestos», recuerda EveryOne. Para entonces, la mayoría de los medios de comunicación había dado por descontado que los culpables eran gitanos.

La lógica tensión del Gobierno, atacado por la oposición, que fue a su vez denigrada como ineficaz por la derecha, ha llevado a algunos ministros a ignorar incluso la presunción de inocencia. A raíz de que uno de los sospechosos confesara su implicación en los hechos de Guidonia tras ser interrogado toda la noche, el ministro de Exteriores, Franco Frattini, declaró: «Cumplirán la pena en Rumania».

Sólo unas horas después de que la prensa difundiera la noticia de la violación de Primavalle (Roma), cometida por «dos extranjeros», una banda de jóvenes destruyó varias chabolas del campamento del barrio. Aparecieron pintadas racistas. A continuación, las fuerzas de seguridad «completaron el trabajo y dejaron en la calle a 50 personas, entre ellas varios enfermos y más de 20 niños». «Como suele pasar», concluye Malini, «su única culpa era ser gitanos y vivir cerca del lugar del delito».

Según se supo el pasado jueves, el Ayuntamiento de Roma ha destruido 124 asentamientos nómadas durante las últimas nueve semanas.

febrero 1, 2009 Posted by | racismo, xenofobia | Deja un comentario

>Condenada a ser condenada

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Por MIGUEL MORA (El País.com, 01/02/2009)

La política de represión contra rumanos y gitanos en Italia se ha extremado. Angélica, una rumana de 16 años, acusada de intentar secuestrar a un bebé en Nápoles en mayo pasado, ha sido sentenciada a casi cuatro años de cárcel pese a las irregularidades y la falta de pruebas sólidas en el proceso. Tras el fallo judicial fluye una red de intereses políticos y urbanísticos. Y la mano de la Camorra

Angélica V., una rumana de 16 años, fue encarcelada el 11 de mayo pasado en Nápoles bajo una abrumadora acusación: intento de secuestro de un bebé. Hace sólo unos días, una juez del Tribunal de Menores napolitano ha condenado a la joven, que deberá cumplir tres años y ocho meses de cárcel. Es la primera condena de este tipo dictada contra una persona de etnia gitana en Italia. Su abogado va a recurrir la sentencia, pero no tiene esperanzas. «El juicio fue parcial, la apelación lo será también», dice Christian Valle. «Durante todo el proceso se han violado derechos humanos de Angélica», añade.

Angélica lleva ocho meses en la cárcel de menores napolitana de Nisidia, a pesar de que se ha declarado inocente y de que ha sido condenada sin más pruebas que el testimonio de la madre del bebé. Allí, el 100% de las internas son, como ella, de etnia gitana.

El insólito caso de Angélica se explica difícilmente en un país como Italia, que hasta ahora gasta justa fama de ser uno de los lugares de Occidente donde la certeza de la pena es menos cierta y la justicia menos eficiente. Para entender la paradoja basta con escuchar la frase pronunciada por Salvatore, un taxista romano: «Aquí, dottore, las reglas sólo son para los débiles». Angélica V. es, desde luego, una persona débil. Aunque es europea de pleno derecho, no tiene carné de identidad, es joven, es mujer, es gitana y no ha estudiado. Para colmo, se le ocurrió aparecer por Nápoles cuando acababa de presentarse en sociedad la política de mano dura del flamante Gobierno Berlusconi.

Nápoles, harta de desgobierno y basura en las calles, había votado como nunca por Il Cavaliere. Más que casi nadie en Italia, y de largo, más que Milán. 36% de los votos en su ciudad, 48% en Nápoles.

Al frente de Interior, Berlusconi colocó a un hombre de la Liga Norte, el eterno número dos de Umberto Bossi. Tiene bigote y principios, es inteligente, le pierde el discurso xenófobo y populista, los sábados toca los teclados con una banda de blues y cuando era un joven de extrema izquierda mordió una pierna a un policía que le estaba deteniendo. Es Roberto Maroni, y su objetivo declarado es devolver las calles a los italianos, restaurar la sensación de seguridad.

Bobo Maroni llega con las ideas claras y el enemigo identificado. No es la Camorra, ni la ‘Ndrangheta, ni la Cosa Nostra. Son los gitanos. Como ha dicho su partido en la exitosa campaña electoral, «violan y matan a nuestras mujeres, roban bebés, asaltan ancianos». Italia vive la «emergencia gitana». Pero él lo arreglará y los echará a todos.

La historia de Angélica V. está ligada a los pogromos de Ponticelli. Las imágenes dieron la vuelta al mundo en mayo. Después de que una vecina del barrio lanzara la alarma por el intento de secuestro de su bebé, grupos de jóvenes motoristas se tomaron la justicia por su mano e incendiaron y asaltaron los campamentos gitanos del barrio.

«La reacción fue violentísima, alucinante», recuerda Marco Imarisio, periodista local del Corriere della Sera, que cubrió los ataques para su diario y ahora ha plasmado lo que vio en un libro titulado Los días de la vergüenza. Crónica de una emergencia infinita (L’Ancora del Mediterraneo).

Algunos trataron de pintar los ataques como una revuelta popular contra los gitanos, como una espontánea batalla entre pobres, pero en Nápoles todo el mundo sabe que se trató de otra cosa: «Un fatto di Camorra». Imarisio da un dato: «El clan que manda en el barrio cobraba 60 euros por cabeza a los gitanos por permitirles estar allí. Durante años. De repente, pasó de hacer negocio a quemarles las chabolas. La gente del barrio no quería a los gitanos, y ellos les cobraban el pizzo, hacían negocio con ellos. El presunto secuestro fue la excusa para echarlos y recuperar su autoridad».

El tiempo, los meses pasados desde entonces, han revelado que bajo los salvajes ataques fluía un enredado cóctel de motivos elaborado con ingredientes de la peor marca. Degradación y miseria, racismo y demagogia, crimen organizado y especulación urbanística.

El hecho fundamental es que sobre algunos solares que ocupaban los campamentos ilegales quemados en mayo, el Ayuntamiento de Nápoles había decidido construir el Palaponticelli, una espectacular intervención urbana que fue declarada de interés público en junio de 2007 por la junta de la alcaldesa del Partido Demócrata, Rosa Russo Iervolino. Se trata de un proyecto faraónico, previsto sobre 85.000 metros cuadrados, que incluye un pabellón multiusos, sala de conciertos de 11.000 metros cuadrados, 44.000 metros más de zona comercial, parking para 3.000 coches, una nueva plaza pública, equipamientos… El costo es de 200 millones de euros, a cargo del promotor privado; y creará 1.000 empleos (http://www.comune.napoli.it).

En abril de 2008, Andrea Santoro, un concejal de Alianza Nacional, denunció públicamente que la operación era «una de las más grandes especulaciones constructoras y comerciales que haya golpeado jamás a la ciudad». El edil advirtió, además, de que un sistema de cajas chinas protegía a la promotora, Palaponticelli, creada ad hoc en 2007 con un capital social de 2.500 euros. Dicha sociedad es propiedad de Armonia, empresa de Reggio Emilia, constituida con 10.000 euros de capital social y administrada por Marilù Faraone Mennella (conocida como Lady Confindustria, porque su marido es el ex presidente de la patronal italiana, Antonio Amato) y por Silvio de Simone.

Esa sociedad emiliana es propiedad de la romana DM, que a su vez, concluyó Santoro, es propiedad de un grupo outdoor: F1Napier, F2Napier, Hakon. «Sociedades luxemburgesas, anónimas, sujetas a una jurisdicción que hace imposible conocer a los socios. Detrás de Palaponticelli puede estar cualquiera», afirmó el concejal.

Desde entonces, silencio absoluto. Las acusaciones quedaron en agua de borrajas. El proyecto siguió adelante. Y el jueves pasado, la junta municipal aprobó el proyecto definitivo sin oposición aparente.

El sitio elegido para el Palaponticelli, decía en 2007 la junta municipal, «está en condiciones de abandono y degradación». Sólo un año después, el Ayuntamiento solucionó el problema sin poner un euro y sin realojar a nadie. «Los gitanos huyeron, fueron alojados en casas de acogida, y ahora la inmensa mayoría está en sus países», explica Roberto Malini, de la ONG EveryOne.

El día del éxodo de los gitanos, Patrizio Gragnano, concejal ex comunista, culpó de los ataques tanto a la derecha como al Partido Demócrata (PD). «No han hecho otra cosa que sembrar odio y alimentar la exasperación de la gente», declaró a La Repubblica. El periodista añadía, de su cosecha: «En el área donde se erigía uno de los campamentos gitanos está previsto construir el Palaponticelli, una estructura de 12.000 asientos para conciertos. El desalojo de los gitanos, allí, estaba programado hace tiempo».

Volvamos al secuestro. La mujer que acusó a Angélica del intento de secuestro de su hija se llama Flora Martinelli, tiene 28 años y es hija de Ciro Martinelli, de 57 años, más conocido por los carabineros de Nápoles como O Cardinal y O Vescovo.

Martinelli es un colaborador del clan Sarno, la banda camorrista que domina Ponticelli, caracterizada por su habilidad para obtener contratos públicos. La hoja de antecedentes penales de O Vescovo ocupa varias páginas. En 1999 fue condenado por asociación para delinquir. Su hija, la madre del bebé, fue también arrestada en 2004 por un delito menor: falsedad ideológica cometida ante funcionario oficial (es decir, mentir a un policía) y falsificación de documentos relativos a la ITV y permisos de circulación.

Angélica había llegado a Italia desde Rumania hacía poco. Siempre andaba con su novio. Los gitanos de Ponticelli apenas la conocían. Vivían apartados, se buscaban la vida robando, mendigando y haciendo mandados. Angélica no robaba con especial astucia. Porque en pocos días se las arregló para sufrir dos intentos de linchamiento en Ponticelli. En ambos casos la salvó la policía, pero ninguno de sus agresores fue arrestado.

Tras la turbamulta, Angélica fue entregada a la Comunità di Monte Procida, una de tantas casas de familia que han surgido como champiñones por el territorio italiano, donde la caridad está privatizada, y casi siempre en manos de la Iglesia católica. Dos o tres días después se escapa y vuelve a Ponticelli. Pierde otra vez el miedo a morir. O quizá tiene hambre. Y el domingo 11, a las nueve y media de la noche, sube hasta el segundo piso de una casa e intenta llevarse un bebé. La madre la descubre. Setenta personas intentan lincharla otra vez. La policía la rescata. Es encarcelada el 13 de mayo.

La misma noche del 11 empiezan las vendettas. La primera víctima es un rumano no gitano. Tiene casa, no vive en los campamentos, es un obrero. Veinte personas le agreden. Patadas, puñetazos, un navajazo en la espalda. Luego siguen los incendios y las pedradas. Atacan todos: mujeres, niños y jóvenes. Mandan los Sarno. En 48 horas, todos los gitanos huyen de Ponticelli. La policía no es capaz de garantizar su seguridad. Dejan atrás enseres, ropa y cinco perros. Son como únicos pobladores en la tierra que humea. No hay detenidos.

Ése fue el relato que hizo la prensa entonces. Convincente quizá, pero incompleto. Porque, según Marco Imarisio, el periodista del Corriere, y el abogado de Angélica, el secuestro fallido nunca se produjo. «El rapto de la niña de Ponticelli nunca fue tal», escribe Imarisio. «Del hecho de que nada encaje en esta historia está convencida incluso la policía, que dudó desde el principio de la versión oficial, construida sobre el relato de la madre de la niña y sus familiares».

En su informe de conclusiones, la policía expresó «fortísimas dudas» sobre la «verosimilitud» de lo que pasó ese día. «Los móviles de los Martinelli fueron interceptados durante dos meses», explica Imarisio, «para ver si en sus conversaciones privadas surgían los motivos reales de lo que a los investigadores les parecía una puesta en escena o, como mucho, una versión ampliada de algo que sucedió en la casa».

O Cardinal fue quien sujetó a la muchacha cuando escapaba en el umbral de la puerta. «Es un personaje muy conocido, un hombre de respeto. Difícil pensar que alguien entre a robar en su casa, y menos a su nieta».

Angélica había estado antes en esa casa, cuentan los vecinos, «al menos tres o cuatro veces». «Probablemente muchas más», según los inspectores. «Ella contó que iba a menudo porque le daban vestiditos».

La madre del bebé afirmó a la policía que entró forzando la puerta y se llevó a la niña. En el juicio cambió la versión y dijo que la puerta estaba abierta. La tesis de la policía es que Angélica entró con permiso de la familia y que la madre de la niña dejó al bebé en el salón mientras iba a su cuarto a buscar algo; en ese momento, quizá, Angélica decidió robar algo y la madre lo vio.

Según la versión de la madre, cuando volvió al salón vio a la joven gitana saliendo por la puerta con la niña en brazos. La policía y el abogado juzgan inverosímil el relato: la distancia era muy corta y le habría dado tiempo a huir, «a no ser que hubiera dado un paso por minuto». Pero la mamma insiste: salió, arrebató al bebé de los brazos a la chica y empezó a gritar.

El abuelo, que está en el piso inferior, oye los gritos y sube. Es un hombre alto y gordo. Tiene tiempo de cerrarle el paso en la escalera, pero misteriosamente la deja huir. Luego la persigue 500 metros, hasta que la alcanza. Un testigo cuenta que le preguntó a la chica si había intentado robar a la niña y que ella lo negó. A la policía le dijo lo contrario.

En el juicio, O Cardinal y sus vecinos sostuvieron que ninguno de ellos vio a Angélica con el bebé en brazos. Sólo la vio la mamma. Suficiente para la juez Cirillo. El 13 de enero, el Tribunal de Menores condenó a A. V. a tres años y ocho meses de cárcel con la agravante de menor indefenso, ya que la madre se encontraba en otra habitación.

«Tengo la impresión de que acaban de condenar a un inocente», dijo Enzo Esposito, secretario de la ONG Opera Nomadi de Napoli. El abogado Valle tiene esa misma sensación. «No fue un juicio imparcial. Todas las preguntas de la defensa fueron consideradas irrelevantes. Y las actas no fueron traducidas, como pide la ley cuando el acusado no sabe italiano. El juez le ofreció un pacto: si se declaraba culpable, le cambiarían la pena por un programa de rehabilitación. Ella no aceptó. La única base de la condena es el testimonio de la madre del bebé. Increíble, sobre todo porque tiene antecedentes de haber mentido a la policía. Pero, según la fiscal y la juez, la madre no tenía ningún interés en acusar a la muchacha. Y no lo habría hecho si el rapto no hubiera ocurrido. No parece mal razonamiento, sobre todo en una ciudad donde las mammas no mienten. Entre una mamma napolitana, hija de un hombre de respeto, y una gitana ladrona, ¿a quién creer?

Tras la sentencia, el grupo de abogados Socorro Legal, al que pertenece el letrado Valle, emitió un comunicado. «Cada petición de la defensa ha sido sistemáticamente rechazada, incluso la admisión del abogado de oficio. (…) El aparato judicial ha desencadenado, así, su ofensiva contra la pequeña gitana, encarnizándose en una obsesión de castigo alimentada por el más vergonzoso racismo y la devastadora ideología de la seguridad de estirpe fascista».

Angélica estaba condenada a ser condenada. Quizá tenía vocación de chivo expiatorio. En los días previos al incidente, los vecinos del barrio se habían reunido numerosas veces para estudiar la forma de echar de allí a los gitanos. Los habitantes de las casas populares nacidas en los años sesenta en la periferia oriental de Nápoles, hijas de la especulación administrada por el almirante y dueño de la ciudad, Achille Lauro, habían fundado no menos de cinco comités cívicos (Rinascita Ponticelli, Insieme per Ponticelli, Comitato Civico Lettieri…) para desalojar los campamentos, recuerda Imarisio.

Pero el cura de Ponticelli se oponía. Era el único defensor de los gitanos. Y cuando sucedió el pogromo declaró: «Aquí hay un trenzado perverso, algo más que mafia». Se refería a Palaponticelli, a la eficaz unanimidad con la que los políticos y medios italianos han sembrado el odio contra la población romaní. En Nápoles, esa criminalización fue liderada por la izquierda, como demuestra el manifiesto-pogromo que distribuyó el Partido Demócrata local, titulado Fuera campamentos gitanos de Ponticelli.

Irónico, sobre todo si se piensa que los gitanos llevaban allí 15 años sin que el Ayuntamiento se hubiera ocupado nunca de integrarlos. Irónico, si se piensa que el barrio es un lugar absolutamente degradado y abandonado, donde la ley la impone la Camorra. Irónico, porque en aquellos días Ponticelli estaba ahogado por otra emergencia infinita -la de la basura- de la que sabe tanto el PD, que gobierna la región y el Ayuntamiento desde hace más de una década.

Los habitantes de Ponticelli llevaban años esperando. Esperaban el mensaje de Berlusconi y Maroni: más seguridad, más Estado, fuera gitanos. Esperaban una inminente lluvia de millones que nunca acababa de llegar y debía cambiar el rostro de esa periferia miserable. ¿Pudo alentar quizá esa mezcla la denuncia de la mamma?

El factor camorrista es la tercera pata. El clan que domina el barrio, los Sarno, es conocido por su habilidad para moverse en el proceloso terreno de los contratos públicos, un mundo que acaba de desmoronarse en parte hace unas semanas con la detención de Alfredo Romeo, megacontratista afín al Partido Democrático, imputado por corrupción junto a 16 personas más. El joven que dirigió los ataques contra los campamentos es uno de los nietos del primo del alcalde de Ponticelli, Ciro Sarno, que desde la cárcel sigue siendo el patrón del barrio.

El 21 de febrero de 2008, la junta municipal alteró y dio forma definitiva al anhelado Programa de Recuperación Urbana de Ponticelli (PRUP). Según la prensa local, la alteración supuso una caución importante: si las obras no empezaban antes del 4 de agosto, la financiación ministerial caducaría. Había prisa, por tanto.

El día que Angélica fue encarcelada, el 14 de mayo, la directora del Departamento de Infraestructuras de Transporte del Ayuntamiento de Nápoles, Elena Carmelingo, con las cenizas todavía humeantes, dispuso que los técnicos fueran al barrio para empezar a proyectar el Palaponticelli. Es un proyecto histórico, vendido así en la web municipal: «El más grande multiusos de Italia, una Casa de la Música, de la Cultura y de los Espectáculos que tendrá capacidad para 12.000 espectadores, con anexos para actos culturales, sociales, de actividad comercial y de descanso, realizada con inversión enteramente privada, que llenará la carencia en la capital campana y el sur de Italia de lugares cubiertos para conciertos y otras actividades ligadas a la cultura, la música y el espectáculo, consintiendo incluir a la ciudad en las giras musicales más significativas a nivel internacional». El diseño definitivo insiste menos en la música: habrá 11.000 metros de sala de conciertos y 44.000 para centro comercial.

A finales de mayo pasado, cuando todavía no se habían apagado los rescoldos, el ministro Maroni anunció que empezaba el censo de todos los gitanos de Italia, niños incluidos. Ante las denuncias de la Comisión y del Parlamento europeos, fue reculando y lo dejó sólo en los adultos. En julio, 30 familias gitanas tuvieron el cuajo de volver a Via Argine. Antes de que les diera tiempo a instalarse, los vecinos incendiaron los solares donde acamparon. «Una advertencia contra su regreso», dijeron los muchachos del barrio.

Quizá Angélica intentara realmente robar aquel bebé. Resulta improbable. Según un estudio de la Università degli Studi di Verona para la Fundación Migrantes, presentado en noviembre, el 100% de las acusaciones de ese tipo realizadas en Italia entre 1986 y 2007 ha resultado falso.

No había, hasta ahora, ni un sólo caso probado, ni una condena. El estudio titulado La gitana secuestradora analizó 40 denuncias: 29 de robo y 11 de desaparición. «En ninguna hubo sustracción efectiva», afirman los investigadores, «sino que siempre se trató de un intento de secuestro o, mejor, de un relato de un intento de secuestro». Y siempre la testigo de cargo es una madre coraje que salva a su bebé.

El abogado de Angélica recurrirá la sentencia. Quizá la próxima vez la justicia le permita citar a declarar, además de al silencioso O Cardinale, a los políticos locales, los miembros de la familia Sarno… Incluso a algún representante del Gobierno que atiza la hoguera de la xenofobia y sigue tolerando que sucedan historias como ésta.

febrero 1, 2009 Posted by | racismo, reportaje, xenofobia | Deja un comentario

>Davos asume la decadencia del capitalismo a la americana

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Por CLAUDI PÉREZ (ENVIADO ESPECIAL) – Davos – (El País.com, 01/02/2009)

En pocos lugares se puede ver la decadencia del capitalismo tan de cerca como en Davos. Hay algo tóxico en la montaña de la estación de esquí alpina, que estos días ha vuelto a convertirse en el sanatorio para tuberculosos que era hace un siglo, en busca de una cura para frenar el declive del sistema. Los helicópteros de los VIP, el enjambre de guardaespaldas y policías que protegen a los capitanes de la economía mundial, la sucesión de fiestas y la ostentación de las élites de Davos -con la que está cayendo- emparentan el Foro Económico Mundial con los excesos de los últimos años, que han llevado al colapso al sector financiero, y con él al conjunto de la economía.

Las vedettes del capitalismo proclamaban ayer, como durante toda la semana, la decadencia del modelo estadounidense: el cóctel de globalización y comercio internacional, de libre mercado y desregulación financiera, defendidos aquí con uñas y dientes durante años, ya no es la fórmula mágica. La idea de que ese capitalismo a la americana traería grandes dosis de prosperidad y crecimiento sin apenas ciclos ni sobresaltos se ha esfumado. John K. Galbraith decía que hay dos clases de expertos en economía: «Los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso». El economista Martin Wolf se apuntó ayer al primer grupo: «Honestamente, no sabemos qué va a ocurrir». «Pero lo seguro es que las próximas noticias van a ser peores», replicó el número dos del FMI, John Lipsky.

Las consecuencias de la crisis son potencialmente peligrosas: la Organización Mundial del Comercio alertó ayer del riesgo de una escalada proteccionista, y la ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, advirtió de que el huracán económico provocará «problemas sociales». No se trata de una profecía. Francia ha vivido esta misma semana una sonora huelga. Ayer, centenares de personas se manifestaron contra el foro en Ginebra. Pese a las espectaculares medidas de seguridad, las protestas llegaron hasta el corazón de Davos. Los manifestantes arrojaron zapatos contra el centro de congresos.

El desencanto de la ciudadanía se superpone al estupor de las élites reunidas en Suiza. El boom de los últimos años era para el hombre de Davos la consecuencia del triunfo del mercado sobre el Estado. Eso ha cambiado a toda velocidad. Como consecuencia, Davos tiene este año toques surrealistas: el mea culpa de los banqueros, ejecutivos y políticos, que piden ahora más regulación y aplauden los planes de rescate -«pirómanos convertidos en bomberos», dice el economista Jean-Pierre Lehman-, y el papel de Rusia y China, presentados casi como salvadores del capitalismo ante la escasa presencia en la ciudad suiza de la nueva Administración de EE UU, que contrasta con la confianza ciega del foro en Obama como prácticamente el único resquicio de esperanza. Ayer mismo, el presidente estadounidense dio «una nueva estrategia» para ayudar a bajar los costes hipotecarios de los ciudadanos.

Los expertos calculan que la tormenta subprime se ha llevado por delante al menos una cuarta parte de la riqueza mundial, y que golpea ya con dureza en todo el mundo, con el cierre de factorías y el aumento del paro. «Los bancos asumieron riesgos excesivos. Los empresarios se endeudaron demasiado. Los reguladores permitieron todo eso. Y ahora los contribuyentes tienen que acudir en su ayuda para limpiar toda la basura, lo que disparará la deuda del Estado y acabará teniendo consecuencias sobre los bienes públicos como la sanidad», destacó ayer el Nobel de economía Joseph Stiglitz. «Hay una tremenda arrogancia en todo lo que ha sucedido. Banqueros y ejecutivos deberían pensar en lo que han defendido durante años y asumir responsabilidades», concluyó.

«Se avecinan tiempos sombríos: o se ajusta el rumbo o habrá depresión», avisa Nouriel Roubini, el gran gurú de la crisis. «Hay que cambiar el sistema entero, o en caso contrario cuando salgamos de esta crisis tendremos otra de esas enormes burbujas de activos y endeudamiento, y será desastroso», prosigue.

El final del túnel no está claro. Lipsky aseguró ayer que la recuperación puede llegar a finales de año. Stiglitz habla de 2010. El fundador de Microsoft, Bill Gates, apunta a 2012. Pero en todos los casos, eso sucederá si se cumplen infinitos condicionales: «Si aumenta la coordinación de las políticas económicas» (Lipsky); «si se crea un supervisor financiero internacional y si aumenta el proteccionismo» (Stiglitz); «si hacemos lo correcto» (Roubini).

Pero nadie parece saber qué es lo correcto. Davos apenas ha aportado soluciones a los problemas actuales. Frente al optimismo de los últimos años, en la edición de este año el pesimismo domina el horizonte económico.

La fe en una mezcla de globalización, innovación financiera y fundamentalismo de mercado ha desaparecido. El Estado vuelve a estar de moda. Obama mira a Europa: su plan de rescate bancario se inspira en el sueco de los años noventa, así como políticas fiscales a la europea. China ha defendido también en Davos un plan al estilo Keynes para incentivar el consumo, que incluye los primeros pasos hacia un rudimentario sistema de salud universal. «Cuando la mayor economía y el mayor país emergente miran a la vez hacia el mismo sitio, algo pasa», afirma el economista Kenneth Rogoff. El nuevo paradigma, una auténtica revolución cultural en el foro, «es más europeo e implica más Estado», asegura.

La convalecencia de la economía global provoca extrañas situaciones. Al lado del centro de congresos de Davos un librero colocaba ayer junto a las novedades del escaparate un libro que multiplicó por cuatro sus ventas en 2008: El capital, de Marx. «El papel del Estado es ahora fundamental, pero se trata de una situación de emergencia, temporal», avisa el financiero George Soros sugiriendo que el péndulo puede volver hacia el otro lado cuando la crisis desaparezca y EE UU se recupere. Obama ha aparecido como un soplo de aire fresco para amortiguar el trastazo, pero ya hay varios cambios en marcha ante la constatación de ese declive.

febrero 1, 2009 Posted by | Cumbre económica | Deja un comentario

>El ejemplo y las lecciones de Darwin

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Por José Manuel Sánchez Ron, miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid (EL PAÍS, 01/02/09):

Hace 200 años, el 12 de febrero de 1809, nació Charles Darwin. Podemos debatir si los trabajos y teorías -y a la cabeza de éstas, la del origen de las especies mediante selección natural- de Darwin son más o menos importantes que el sistema geométrico que sistematizó Euclides, que la dinámica y teoría gravitacional de Newton, que la química que creó Lavoisier, que la relatividad de Einstein, que la física cuántica o que la teoría biológico-molecular de la herencia, pero lo que es difícil negar es que ninguna de esas contribuciones logró lo que consiguieron las de Darwin, que desencadenaron una serie de procesos que afectaron a algo tan básico como nuestras ideas acerca de la relación que nos liga con otras formas de vida animal que existen o han existido en la Tierra. En este sentido, abordó cuestiones que van dirigidas a la médula de la condición humana.

Expresado muy brevemente, Darwin sustanció con muy variadas evidencias la idea (que otros antes que él habían propuesto) de que las especies evolucionan, encontrando además un mecanismo que hacía plausible tal evolución; defendió que la vida es como un árbol, de cuyas raíces han ido brotando diferentes ramas, esto es, especies que con el paso del tiempo continúan diversificándose, dando origen a otras bajo la presión de determinados condicionamientos. Después de esforzarse por encajar en una gran síntesis las piezas (zoología, botánica, taxonomía, anatomía comparada, geología, paleontología, cría domestica de especies, biogeografía…) del gigantesco rompecabezas que es la naturaleza, y estimulado por la noticia de que Alfred Wallace había llegado a conclusiones similares, aunque no tan sustanciadas, en noviembre de 1859 -pronto hará, por consiguiente, 150 años- publicó un libro que forma parte del tesoro más precioso de que dispone la humanidad: El origen de las especies. Doce años más tarde, en otro gran libro (El origen del hombre), aplicó a los humanos las lecciones del primero, despojándonos del lugar privilegiado en la naturaleza que hasta entonces nos habíamos adjudicado.

A lo largo del siglo y medio que nos separa de la publicación de El origen de las especies, la esencia de su contenido no ha hecho sino recibir confirmación tras confirmación. Puede que aún resten cuestiones por dilucidar, pero el evolucionismo darwiniano nos suministra un marco conceptual y explicativo imprescindible para comprender el mundo natural de manera racional, sin recurrir a mitos.

A la vista de todo lo dicho, podría pensarse que la única actualidad de Darwin y de su obra es la de honrar su memoria utilizando la excusa de los dos mencionados aniversarios. Ojalá fuese así. La evolución entendida a la manera de Darwin es un hecho científico, contrastado de manera abrumadora, y su relevancia para situarnos en el mundo es obvia, pero no es universalmente aceptada. En Estados Unidos solamente la acepta el 40% de la población. En Europa su aceptación es mayor, especialmente entre los franceses y los escandinavos (creen en ella aproximadamente el 80%), aunque no deja de tener problemas: en una encuesta realizada en Reino Unido por la BBC en 2006, el 48% la aceptaba, mientras que el 39% optaba por alguna forma de creacionismo, y un 13% “no sabía”.

La historia de la oposición de los creacionistas a Darwin ha sido comentada en numerosas ocasiones y no pretendo volver a este asunto, que, sin embargo, continúa vigente, aunque ahora sea recurriendo sobre todo a una nueva terminología: el diseño inteligente, la idea de que un Dios debió de diseñar cada una de las especies que existen. Me interesa más hacer hincapié en el hecho de que una teoría científica contrastada y de enorme relevancia social sea rechazada o muy pobremente comprendida. En mi opinión, una explicación posible del tal rechazo reside en el desconocimiento.

Debatimos insistentemente -ahora estoy pensando en España- acerca de los programas educativos para nuestros jóvenes; por ejemplo, si es aceptable o no imponer asignaturas como Educación para la Ciudadanía, ante la cual algunos argumentan que limita la libertad de los padres a ejercer sus derechos en la formación (moral y religiosa) de sus hijos. Y, mientras tanto, la enseñanza de ciencias sufre cada vez de más carencias.

No parece preocuparnos demasiado, por ejemplo, si se enseñan adecuadamente sistemas científicos tan básicos como la teoría de la evolución de las especies. El pasado noviembre, se publicó un libro en el que se adjudicaba a la Reina, doña Sofía, la siguiente manifestación: “Se ha de enseñar religión en los colegios, al menos hasta cierta edad: los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida”.

Podrá resultar doloroso a algunos, pero la única explicación que da lugar a comprobaciones contrastables sobre el origen del mundo y de la vida procede de la física, de la química, de la geología y de la biología. La religión pertenece a otro ámbito.

¿Es legítimo ocultar a los niños ese mundo científico, condicionando así sus opiniones futuras, en aras a algo así como “mantener su inocencia”, o por las ideologías de sus padres? Haciendo públicas sus opiniones en una cuestión cuya importancia no puede ignorar, y por la elevada posición que ocupa, doña Sofía hizo publicidad de una determinada forma de entender el mundo, que jamás ha recibido comprobaciones contrastables.

Una forma, además, que, al menos en España, de la mano de la jerarquía católica, pretende intervenir en apartados que pertenecen al poder legislativo, como son los programas educativos o lo que es admisible o no en los tratamientos médicos (no puedo olvidar en este punto las manifestaciones de la Conferencia Episcopal Española a raíz del nacimiento, en octubre de 2008, de un niño tratado genéticamente para curar a un hermano que sufría anemia congénita: “El nacimiento de una persona humana ha venido acompañado de la destrucción de sus propios hermanos a los que se ha privado del derecho a la vida”; palabras no sólo cuestionables desde el punto de vista de la ciencia sino también, en mi opinión, carentes de compasión ante el sufrimiento ajeno).

Necesitamos educar en la ciencia a nuestros jóvenes; no, naturalmente, para que entiendan que ella es el juez supremo para las opciones que quiere asumir una sociedad democrática. La ciencia es, simplemente, un instrumento -el mejor- que los humanos hemos inventado para librarnos de mitos, orientarnos ante el futuro y protegernos de una naturaleza que no nos favorece especialmente. Sucede, no obstante, que no se ha instalado de manera tan segura en nuestras sociedades como se podría pensar, siendo contemplada frecuentemente con sospecha. Si como muestra sirve un botón, he aquí la siguiente cita (Juan Manuel de Prada, XL Semanal, 5-11/X/2008): “La ciencia parece dispuesta a demostrar esto y lo otro; y mañana podrá sin empacho alguno desdecirse y demostrar que lo opuesto a lo contrario es lo cierto, en un tirabuzón enloquecido y sin fin. Y todo ello bajo un manto de inapelable respetabilidad”. Por supuesto que existen científicos envanecidos, incluso tramposos, y también que se cometen errores, pero no olvidemos que en última instancia la ciencia no es sino capacidad de identificar y remediar equivocaciones, de buscar sistemas con capacidad predictiva.

Recordar y celebrar a Darwin es más que un acto festivo; constituye un homenaje a la ambición y el rigor intelectual, al poder de nuestra mente para comprender el mundo. Y también es un ejemplo de que la investigación científica no tiene por qué ser ajena a atributos humanos como son el amor a la familia, la decencia, la discreción o el ansia de justicia. La biografía de Charles Darwin -un hombre que llevó a cabo un largo y complejo camino, que le llevó a consecuencias que no había previsto y que le obligaron a desprenderse, en un doloroso proceso, de las creencias religiosas en que había sido educado- está repleta de todo esto.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

febrero 1, 2009 Posted by | ciencia, cultura, pensamiento | Deja un comentario

>El castigo a los vencidos

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Por Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza (EL PAÍS, 01/02/09):

El 26 de enero de 1939 las tropas de general Franco entraron en Barcelona. Unos días después, el 9 de febrero, “próxima la total liberación de España”, Franco firmó en Burgos la Ley de Responsabilidades Políticas, el primer asalto de la violencia vengadora sobre la que se asentó la Dictadura. La ley declaraba “la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas” que, desde el 1 de octubre de 1934, “contribuyeron a crear o agravar la subversión de todo orden de que se hizo víctima a España”, y las que, a partir del 18 de julio de 1936, “se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional con actos concretos o con pasividad grave”.

Todos los partidos que habían integrado el Frente Popular, y sus “aliados, las organizaciones separatistas”, quedaban “fuera de la Ley” y sufrirían “la pérdida absoluta de sus derechos de toda clase y la pérdida de todos sus bienes”, que pasarían “íntegramente a ser propiedad del Estado”.

La puesta en marcha de ese engranaje represivo y confiscador causó estragos entre los rojos y los vencidos, abriendo la veda para una persecución arbitraria y extrajudicial que en la vida cotidiana desembocó muy a menudo en el saqueo y en el pillaje. Hasta octubre de 1941 se habían abierto 125.286 expedientes y unas 200.000 personas más sufrieron la “fuerza de la justicia” de esa ley en los años siguientes. La ley quedó derogada el 13 de abril de 1945, pero las decenas de expedientes en trámite siguieron su curso hasta el 10 de noviembre de 1966.

Las sanciones que la ley preveía eran durísimas y podían ser, según el artículo 8, de tres tipos: “restrictivas de la actividad”, con la inhabilitación absoluta y especial para el ejercicio de profesiones; “limitativas de la libertad de residencia”, que conllevaba el extrañamiento, la “relegación a nuestras posesiones africanas”, el confinamiento o el destierro; y “económicas”, con pérdida total o parcial de los bienes y pagos de multas. Ilustres republicanos, autoridades políticas y dirigentes sindicales cayeron bajo el peso de esa ley, que castigó a miles de personas ya asesinadas, desterradas, exiliadas, presas o “en paradero desconocido”. Los afectados y sus familiares, condenados por los tribunales y señalados por los vecinos, quedaban hundidos en la más absoluta miseria.

De acuerdo con la ley, el juez instructor debería pedir “la urgente remisión de informes del presunto responsable al Alcalde, al Jefe Local de Falange, Cura Párroco y Comandante del puesto de la Guardia Civil del pueblo en que aquél tenga su vecindad o su último domicilio, acerca de los antecedentes políticos y sociales del mismo, anteriores y posteriores al 18 de julio de 1936″.

La ley marcaba así el círculo de autoridades poderoso y omnipresente, de ilimitado poder coercitivo y administrativo, que iba a controlar durante los largos años de la paz de Franco haciendas y vidas de los ciudadanos: el alcalde, que era además jefe local del Movimiento, el comandante de puesto de la Guardia Civil y el párroco, una triada de dominio político, militar y religioso.

La Ley de Responsabilidades Políticas brindó la oportunidad a la Iglesia católica, por medio de los párrocos, de convertirse en una agencia de investigación parapolicial. No era suficiente con que la Iglesia, colmada de privilegios con la victoria, recuperara su papel de guardián de la buena moral y de las buenas costumbres. Los párrocos se convirtieron, gracias a esa ley, en investigadores públicos del pasado de todo vecino sospechoso de haber “subvertido el orden” y, por supuesto, de haber “atacado a la Iglesia”, acusaciones bajo las que podían implicar a los supuestos responsables y a toda su familia. Con sus informes, aprobaron el exterminio legal organizado por los vencedores y se involucraron hasta la médula en la red de sentimientos de venganza, envidias, odios y enemistades que envolvió la vida cotidiana de esas pequeñas comunidades rurales en la posguerra.

Los odios, las venganzas y el rencor alimentaron el afán de rapiña sobre los miles de puestos que los asesinados y represaliados habían dejado libres en la administración del Estado, en los ayuntamientos e instituciones provinciales y locales. Un porcentaje elevadísimo de las plazas “vacantes”, hasta el 80%, se reservaba para ex combatientes, ex cautivos, familiares de los mártires de la Cruzada, y para tener acceso al resto había que demostrar una total lealtad a los principios de los vencedores. Ahí residía una de las bases de apoyo duradero a la dictadura de Franco, la “adhesión inquebrantable” de todos aquellos beneficiados por la victoria.

Miles de fichas e informes de las fuerzas de seguridad, de los clérigos, de los falangistas, avales y salvoconductos, descubiertos por los historiadores en los últimos años en decenas de archivos, dan testimonio del grado de implicación de una parte importante de la población en ese sistema de terror. Hubo cientos de miles de personas que habían luchado en el bando vencedor, que aceptaron la legitimidad de ese régimen forjado en un pacto de sangre, que adoraban a Franco por haberles librado de los revolucionarios, por ofrecerles “paz y tranquilidad”. Sin esa participación ciudadana, el terror hubiera quedado reducido a fuerza y coerción. Conviene recordarlo ahora, 70 años después de que todo aquello comenzara, como una forma de resistencia frente al silencio y la falsificación de los hechos.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

febrero 1, 2009 Posted by | franquismo | Deja un comentario

>Gaza, ¿real o postizo?

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Por Ilan Pappé, historiador israelí, presidente del Departamento de Historia en la Universidad de Exeter y codirector del Centro de Estudios Etno-Políticos de Exeter. En 2007 publicó The Ethnic Cleansing of Palestine. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia (EL PAÍS, 01/02/09; este artículo se publicó por primera vez en The London Review of Books):

En 2004, el Ejército israelí empezó a construir la réplica de una ciudad árabe en el desierto del Neguev. Tiene el tamaño de una ciudad real, con calles (todas ellas con nombres), mezquitas, edificios públicos y coches. Esta ciudad fantasma, cuya construcción costó 45 millones de dólares, se convirtió en una supuesta Gaza durante el invierno de 2006 -después de que el enfrentamiento entre Hezbolá e Israel en el norte acabase en tablas- para que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) pudieran prepararse y ser capaces de “luchar mejor” contra Hamás en el sur.

Cuando el jefe del Estado Mayor israelí, Dan Halutz, visitó el lugar tras la guerra de Líbano, declaró a los periodistas que los soldados “estaban preparándose para la situación que se producirá en una zona tan densamente poblada como es la ciudad de Gaza”. En el último conflicto, y una semana después de que comenzaran los bombardeos de la Franja de Gaza, Ehud Barak asistió a un ensayo de guerra terrestre. Equipos de televisiones extranjeras le filmaron mientras observaba a las tropas de infantería conquistar la falsa ciudad, irrumpir en las casas vacías y seguramente “matar a los terroristas” que se escondían en ellas.

“El problema es Gaza”, dijo Levy Eshkol, entonces primer ministro de Israel, en junio de 1967. “Estuve allí en 1956 y vi las serpientes venenosas que andaban por la calle. Deberíamos trasladar a algunas a Sinaí y, con suerte, las demás emigrarán”. Eshkol estaba hablando del destino de los territorios recién ocupados: su Gobierno quería la Franja de Gaza, pero no a sus habitantes.

Los israelíes suelen referirse a Gaza como Me’arat Nachashim, un nido de serpientes. Antes de la primera Intifada, cuando la Franja suministraba a Tel Aviv gente para fregar sus platos y barrer sus calles, los israelíes presentaban una imagen más humana de su población. Pero con la Intifada, después de una serie de incidentes en los que algunos empleados apuñalaron a sus jefes, terminó la “luna de miel”. El fervor religioso al que se atribuyeron aquellos ataques aislados generó una ola de islamofobia que desembocó en el primer cierre de Gaza y la construcción de una verja eléctrica a su alrededor. Incluso después de los acuerdos de Oslo de 1993, Gaza permaneció aislada de Israel y sin ser nada más que una reserva de mano de obra barata. Durante los años noventa, la “paz” significó para Gaza su transformación gradual en un gueto.

En el año 2000, Doron Almog, entonces jefe del mando sur, empezó a vigilar las fronteras de Gaza: “Hemos levantado puntos de observación equipados con la última tecnología y hemos dado permiso a nuestros soldados para disparar contra cualquiera que se acerque a menos de seis kilómetros de la verja”, presumía, además de sugerir que se adoptara una política similar en Cisjordania. Sólo en los dos últimos años, los soldados israelíes han matado a disparos a un centenar de palestinos por el mero hecho de haberse acercado demasiado a la verja. Desde 2000 hasta que estalló la última guerra, las fuerzas israelíes habían matado en Gaza a 3.000 palestinos (incluidos 634 niños).

Entre 1967 y 2005, los colonos judíos de Gush Katif arrebataron a la población de Gaza sus tierras y su agua. El precio de la paz y la seguridad para los palestinos fue convertirse en prisioneros y dejarse colonizar. Sin embargo, desde 2000 los habitantes de Gaza han decidido ofrecer una resistencia cada vez más numerosa y enérgica. No una resistencia del tipo que Occidente suele ver con buenos ojos, sino una resistencia islámica y militar. Su seña de identidad era el uso de los primitivos cohetes Qassam que, al principio, lanzaban sobre todo contra los colonos de Katif. La presencia de los colonos hacía que al Ejército israelí le fuera difícil responder con la brutalidad que emplea contra objetivos puramente palestinos, de modo que los retiraron, no como parte de un proceso unilateral de paz, como dijeron muchos en su momento (hasta el punto de sugerir que se le concediera el Nobel de la Paz a Ariel Sharon), sino para facilitar cualquier acción militar posterior contra la Franja de Gaza y consolidar el control de Cisjordania.

Tras la retirada de Gaza, Hamás se hizo con el poder en esa zona, primero en unas elecciones democráticas y luego con un golpe preventivo organizado para evitar que Al Fatah, que contaba con el respaldo de Estados Unidos, tomara el control. Mientras tanto, los guardias fronterizos israelíes seguían matando al que se aproximaba demasiado, y se impuso el bloqueo económico de la Franja. Hamás respondió con el lanzamiento de misiles sobre Sderot, y eso dio a Israel un pretexto para utilizar su fuerza aérea, su artillería y sus patrulleras. Israel afirmó que disparaba contra “las áreas de lanzamiento de misiles”, pero, en la práctica, eso significaba cualquier lugar de Gaza. Las víctimas fueron numerosas: sólo en los últimos días de 2007, murieron 300 personas, docenas de ellas niños.

Israel justifica su conducta en Gaza como parte de la lucha contra el terrorismo, pese a que ha violado todas las leyes internacionales de la guerra. Parece como si los palestinos no pudieran tener sitio en la Palestina histórica, salvo si están dispuestos a vivir sin los derechos humanos y civiles básicos. Pueden ser ciudadanos de segunda clase dentro del Estado de Israel o prisioneros de las cárceles gigantescas que constituyen Cisjordania y la Franja de Gaza. Si se resisten, lo más probable es que acaben o en una auténtica cárcel sin juicio previo, o muertos. Ése es el mensaje de Israel.

La resistencia en Palestina siempre ha partido de las ciudades y los pueblos; ¿de dónde, si no? Por eso, desde la revuelta árabe de 1936, las ciudades y los pueblos palestinos, reales o no, siempre han figurado como “bases enemigas” en los planes y las órdenes militares de Israel. Cualquier represalia y acción de castigo tiene forzosamente que golpear a los habitantes, entre los que puede haber un puñado de personas que sí participan en la resistencia activa contra Israel.

Haifa se consideró una base enemiga en 1948, igual que Yenín en 2002; ahora, se considera así a Beit Hanoun, Rafah y Gaza. Cuando uno tiene la potencia de fuego necesaria y ninguna inhibición moral que le impida matar a la población civil, el resultado es la situación que acabamos de presenciar en Gaza.

Pero los palestinos no sólo resultan deshumanizados en los argumentos militares. En la sociedad civil judía israelí se está produciendo un proceso similar que explica el enorme apoyo de la población a la matanza de Gaza. Los judíos israelíes -políticos, soldados y ciudadanos corrientes- han deshumanizado hasta tal punto a los palestinos que matarlos se convierte en un hecho natural, como lo fue expulsarlos en 1948 o hacerlos prisioneros en los Territorios Ocupados.

La reacción actual de Occidente indica que nuestros dirigentes políticos no ven la relación directa entre la deshumanización sionista de los palestinos y las salvajes políticas de Israel en Gaza. Existe el grave peligro de que, terminada la Operación Plomo Sólido, la propia Gaza se parezca a la ciudad fantasma del Neguev.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

febrero 1, 2009 Posted by | Medio Oriente | Deja un comentario

>La derecha y la cultura

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Por Benigno Pendás, profesor de Historia de las Ideas Políticas (ABC, 01/02/09):

Como siempre, hablo de «derecha» y de «izquierda» en sentido convencional. Es muy impreciso, pero ustedes me entienden sin problema. En este contexto, «cultura» significa cualquier forma de producción de ideas o manifestaciones artísticas susceptibles de influir en el comportamiento del público -ilustrado a medias- que produce la sociedad de masas. A partir de tales premisas, como si fuera un manual anglosajón de filosofía analítica, la tesis es la siguiente: la derecha necesita con urgencia plantear y ganar la batalla ideológica y recuperar el terreno perdido -absurdamente- en el ámbito cultural. El fenómeno, casi universal, multiplica sus efectos en España. Para traducir en prosa las consecuencias electorales, recuerden cuántos años han gobernado los socialistas y cuántos los populares en el último cuarto de siglo. Las ideas, aquí y ahora, son pocas y malas. La izquierda opta por la indiferencia permisiva, de vaga raíz posmoderna. La derecha, por un realismo versátil que conduce a esa inútil «escuela del desaliento», como la llama lord Byron: no hay nada que hacer en este campo sembrado de minas. No sirve de consuelo, al menos no debe servir, la sonrisa escéptica del ejecutivo arrogante y poco dispuesto a perder su valioso tiempo con esta monserga. Para citar a uno de los nuestros, Mariano José de Larra: «¿Letras? Las de cambio. Todo lo demás es broma…»

La izquierda juega con ventaja, al menos eso parece. Cuando hace falta, siempre en el momento preciso, despliega su poder mediático y académico mientras el adversario se bate en retirada. Si me lo permiten, recupero algunas ideas de mi primera Tercera de ABC. Era el 28 de agosto de 1998, allá por el siglo pasado. Esas activas minorías que dominan el debate cultural nos imponen qué literatura, qué arte, qué política debemos consumir para ser «libres» a su modo y manera. Configuran así una rechazable tiranía de la opinión pública ante el escándalo de los liberales genuinos. No cabe recurso de ningún tipo contra su dictamen implacable, que conlleva la condena -a través de la hoguera o del silencio más espeso- para quienes no encajan en esa poderosa corriente y en los círculos que la sustentan. Nos exigen que utilicemos un lenguaje edulcorado («género», «progreso», «solidaridad») y que ensalcemos a los aburridos genios posmodernos. Tal vez lo principal: es obligado adoptar en tiempo y forma sus expresiones artísticas o literarias y, por supuesto, adquirir y pagar el producto en el lugar oportuno. La derecha calla y otorga. La izquierda se acomoda en el triunfo. El debate casi no existe. La buena gente hace lo que le mandan. La vida pública pierde calidad. Ganan los mediocres. Perdemos todos. A muchos, tampoco les importa.

¿Acaso no hay pensadores y creadores ajenos al tópico progresista? Me resisto a poner ejemplos, para no confundir anécdotas con categorías. Les garantizo que, desde Homero en adelante, podemos llenar las mil doscientas palabras que contiene este artículo con nombres y apellidos del más alto rango universal. La clave está en disputar con éxito la herencia del humanismo y de la Ilustración. Fuera del mundo moderno sólo hay sitio para el rincón de la nostalgia. Gritar a la defensiva con tono de apocalipsis es una fórmula infalible para perder la batalla. La sociedad de masas es así, y con ella su forma de gobierno, la democracia mediática. Es urgente construir un mensaje atractivo en dura lucha contra el desconcierto general.

No nos engañemos: mucha gente honrada compra recetas de moral evasiva con la única finalidad de sobrevivir en la oscura vida cotidiana. Se palpa una angustia latente en el centro comercial y en otros «no lugares» (la expresión, ya saben, procede de Marc Augé), esos espacios imposibles para el auténtico «vivere civile». ¿Soluciones? Ninguna es mágica, pero casi todas están inventadas. Libertad y responsabilidad. Imperio de la ley. Educación, respeto, civismo. Familia y principios éticos. Rigor, austeridad, honradez. Carácter instrumental de los bienes materiales. Excelencia, calidad, valor de la obra bien hecha. Reconocer el mérito: el triunfo de los mejores es bueno para todos. Espíritu abierto al mundo. Patriotismo sensato, lejos del localismo ridículo y estrecho. Ideas claras y rechazo del pensamiento débil y confuso. Perseverancia e ilusión renovada frente al ambiente apático y hedonista… Rajoy apeló hace poco a estos valores positivos, pero los oyentes sólo pensaban en películas de espías. Son las viejas virtudes liberales, de honda raíz humanista. Nada nuevo, si se fijan: Atenas, Roma, Jerusalén, Europa moderna, América contemporánea…

La fuente clásica sigue siendo el discurso de Pericles, piedra angular de la teoría política en Occidente. Es fácil percibir ecos lejanos incluso en el mensaje presidencial de Barack Obama. Una copia menor, sin duda: es muy difícil pasar a la historia en el capítulo reservado a los gigantes. Por supuesto, cualquier comparación le favorece cuando miramos a nuestro alrededor. Elogio brillante de los Padres Fundadores y sus principios ilustrados, con la excepción significativa del libre comercio. Un socialdemócrata «muy puro», según Zapatero. El historiador de las ideas no sabe si reír o llorar. El analista de la vida española descubre la maniobra de siempre. El objetivo es desplazar a la derecha hasta el pelotón de los torpes. Un día sí, y el otro también. El sectarismo nubla el intelecto y anula la racionalidad. Si la izquierda dice «buenos días», algún coro responde indignado: mentira, porque yo digo «buenas noches». La trampa funciona. Gente decente, conservadores o incluso liberales, terminan recluidos en el infierno dialéctico: les obligan a defender lo indefendible o, cuando menos, quedan al margen de cualquier novedad cultural que pueda calar en la mentalidad posmoderna, frágil por naturaleza pero influyente como ninguna. Algunas veces, el Partido Popular disfraza sus conflictos internos bajo un sedicente barniz ideológico. Es imprescindible apagar un fuego que amenaza incendio. En todos los partidos del mundo civilizado conviven dos o tres «almas». En los americanos, por cierto, al menos quince o veinte. El mensaje sigue siendo el medio. Es una buena idea abrir el campo político a las tecnologías de la sociedad de la información. Ahora hace falta transmitir virtudes liberales vía «tuenti» o «facebook» o algún «blog» atractivo para ganar la confianza de tantos jóvenes renuentes. Caso práctico sobre control ideológico. El «foro abierto» organizado por los populares merece el elogio sincero de los teóricos de la democracia participativa y deliberativa. No lo tendrá, naturalmente, porque todos esos teóricos son de izquierdas…

Las elecciones se ganan y se pierden en el estrato más profundo de la mentalidad colectiva. Los seres humanos no sólo queremos conseguir la victoria y llevarnos el premio. También queremos tener razón y disfrutar del reconocimiento ajeno. Por algo inventamos las ideologías, complemento racional -a veces- de las pasiones irracionales. Desde la izquierda más culta, el malogrado Rafael del Águila escribió con frecuencia sobre la «sobredosis» de creencias que inunda el mundo actual. Incluso el nihilismo -real o imaginario- funciona como un impulso para la voluntad de poder. No sé qué pensarán de nosotros las generaciones futuras… Volvamos al asunto: aquí y ahora, es preciso disputar y ganar el debate ideológico y cultural por parte de una derecha indolente en exceso. Por cierto, tal y como están las cosas: ¿es buen momento para hablar de las virtudes liberales? Me temo que tiene razón el personaje de Balzac: «ciertas sensaciones incomprendidas hay que reservarlas para uno mismo».

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

febrero 1, 2009 Posted by | ideología | Deja un comentario

>Humbled Masters At Davos

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By David Ignatius (THE WASHINGTON POST, 01/02/09):

“How could we have been so stupid?” That was the refrain of several experts at a session of the World Economic Forum last week about “What Went Wrong” to produce the global financial crisis. Not that they had been wrong, mind you. It being Davos, the chosen commentators had mostly been right in warning several years ago of disaster ahead. But there was at least a note of collective chagrin.

Davos doesn’t do humility, normally. These are the masters of the universe, after all, whose gathering each winter has come to symbolize the process of economic globalization. But this year, with the global economy in the tank, there is a kind of corporate self-examination. Beyond the panel discussions, you could hear a collective sigh of “Oops!” and a plaintive “Now what?”

One reason for the tone of self-reflection this year is that U.S. officials, who can’t seem to resist being pitchmen at such global gatherings, have mostly stayed away. The Obama administration’s absence gave a “post-American” feel to the session, but that’s deceiving. Barack-o-mania is as strong among the global titans as it is everywhere else.

The most upbeat presentations here were from the capitalist “newbies,” Chinese Premier Wen Jiabao and Russian Prime Minister Vladimir Putin. Wen said that he saw small signs of “hope” in China’s increased bank lending and domestic consumption. Putin talked like a born-again capitalist, saying that Russia had seen the damage caused by too much government control of the economy and that it would never go back to the policies of the Soviet Union. He sounded most enthusiastic when he talked about tax cuts in Russia.

Putin couldn’t resist taking a few shots at the United States for creating the “perfect storm” that hit the global economy —citing the happy talk from U.S. officials at Davos a year ago- and the “low quality of management” at U.S. banks. “Such a pyramid of expectations should collapse,” said the former communist, now a true believer in free-market discipline.

Wen and Putin appeared entirely at home in the Davos CEO club. The Chinese leader, dressed in a dark blue suit, even seemed to have mastered the modern chief executive’s vocabulary of warm insincerity, sprinkling his remarks with phrases such as “I just want to tell you frankly” and “from the bottom of my heart.” He talked several times of China’s “openness and transparency,” qualities not often ascribed to the People’s Republic.

Putin, dressed in a red tie and a sharply tailored suit, displayed an ex-KGB man’s prickliness at questions from business leaders. He blew off a well-meaning offer from Michael Dell to help Russia market its computer skills with a surly: “We are not invalids. . . . Pensioners should be helped. Developing countries should be helped.” Putin and Wen talked like men who, if anything, are more confident now than a few years ago that the world is moving their way.

How could the giants of capitalism have been so stupid? That was the question that ran through Davos all week, and the bluntness of the discussions was, in its way, reassuring. The global economy may have gone to hell, but people haven’t lost the ability to think critically about it. One of the most articulate critiques came from Niall Ferguson, a professor of history at Harvard, who repeated an argument he has made in several recent books that the American “debtosaurus” is following Britain down the path of imperial exhaustion and decline.

The rock stars here this year, surrounded by adoring fans, were two economic analysts, Nouriel Roubini and Nassim Nicholas Taleb, who saw the disaster coming before most everyone else.

Roubini argued that the skewed incentives of the old system had almost guaranteed the eventual crackup. Mortgage companies had offered dubious subprime mortgages, for a fee; banks had underwritten them, for a fee; investment banks had turned them into exotic securities, for a fee; rating agencies had given them artificially high marks, for a fee. The system “worked,” you might say.

Taleb, a former trader who wrote the book “The Black Swan,” argued that Wall Street’s models —supposed to prevent bankers from taking excessive risks— were actually a big part of the problem, since they created a false sense of confidence about the future. Rather than seeking reassurance in models, he advised anxious traders to go have a drink or take up religion.

“It’s easier to say ‘God knows’ than ‘I don’t know,’” said Taleb, in what might be a motto for this year’s Davos meeting.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

febrero 1, 2009 Posted by | economía | Deja un comentario

>¿Qué debe hacer primero Obama?

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Por Walter Laqueur, director del Instituto de Estudios Estratégicosde Washington Traducción: JoséMaría Puig de la Bellacasa (LA VANGUARDIA, 01/02/09):

Obama cuenta con un magnífico equipo en la Casa Blanca, pero es posible que acuse un exceso de trabajo en las próximas fechas. El presidente recibe cada mañana un resumen informativo sobre política exterior y otro sobre la situación económica. No es economista y le agradaría dejar estas decisiones en manos de las personas de su confianza. Sin embargo, sólo él podrá adoptar ciertas decisiones básicas. Por ejemplo, sobre si deben o no ser nacionalizados algunos de los principales bancos para impedir una quiebra del sistema financiero.

Hay unanimidad sobre la naturaleza de los principales problemas económicos de más urgente resolución, aunque no sobre el modo de abordarla. Y en cuanto a la política exterior, me permitirán que ponga dos ejemplos.

La Administración Obama parece haber alcanzado la conclusión de que la cuestión más importante planteada actualmente y el mayor peligro para la paz mundial es el conflicto entre Israel y los palestinos, así como la situación en Afganistán.

Pero ¿es realmente así? Todo el mundo está de acuerdo en que sería altamente deseable que el derramamiento de sangre acabe mañana mismo. Sin embargo, ni se trata del conflicto más sangriento del mundo ni el más importante desde el punto de vista estratégico. Y, sobre todo, no se abre prácticamente posibilidad alguna de que se solucione en un futuro próximo, a menos que se imponga efectivamente una solución que incluya el envío de un importante contingente de tropas, y no sólo una misión de observadores de las Naciones Unidas cuya composición nadie quiere dotar.

En la larga lista de guerras civiles y otras en el curso de los últimos decenios, la lucha entre israelíes y palestinos figura en los últimos puestos en lo relativo al número de víctimas. Las grandes potencias no poseen intereses estratégicos propios y específicos en Gaza o Cisjordania y es poco probable que este conflicto regional derive en una nueva guerra mundial.

¿A qué obedece, entonces, el recelo y temor de que constituya el mayor barril de pólvora del planeta, el problema humanitario más urgente? Al elevado número de cámaras de televisión y corresponsales extranjeros presentes en la zona. Número ausente, por cierto, de las regiones de ÁfricayAsiadonde cientos de miles de personas han resultado muertos (o han sido asesinados). En otras palabras, parece ser el principal problema porque los medios de comunicación se hallan en el lugar.

¿Cuál podría ser la perspectiva si Estados Unidos y otras potencias se comprometieran más profunda y enérgicamente en esta cuestión? Obama ha nombrado su enviado especial para el conflicto árabe-israelí al ex senador Mitchell, persona cualificada e inteligente, pero se da la circunstancia de que piensa que el conflicto de Palestina presenta similitud con el de Irlanda del Norte, que ayudó a solucionar. Sin embargo, aunque Obama enviara una decena de tales representantes -cada uno de ellos un diplomático de talento y valía-,lo cierto es que el fanatismo de ambos bandos no ha dado por acabada su carrera. Hamas no acepta la existencia del Estado de Israel, y los colonos judíos en Cisjordania no están dispuestos a abandonar sus asentamientos. Lo mejor que cabe esperar es un armisticio que dure algún tiempo, como en el pasado.

Considérese otro caso, el de Afganistán. Obama ha decidido reforzar la presencia estadounidense y de la OTAN en el país para estabilizar la situación. Pero una división o un par de ellas no bastarán para alcanzar tal objetivo y, por otra parte, ningún país occidental parece dispuesto a realizar un esfuerzo mayor. De ser así, sería preferible considerar una estrategia de salida de Afganistán. En caso de una toma del poder por parte de los talibanes, no será de envidiar la suerte del pobre Afganistán; el asesinato de chicas jóvenes que aspiran a recibir una formación es sólo un anticipo. Existe la posibilidad de que un Afganistán dominado por los talibanes aporte una base para las operaciones de al Qaeda, aparte de representar un peligro para sus vecinos.

Ahora bien, el mayor peligro se cernerá sobre China, India, Pakistán y sobre Rusia y las repúblicas de Asia Central que formaron parte de la extinta Unión Soviética. En este caso, estos países se verían obligados a contener el peligro talibán, lo que no resulta de momento necesario mientras la OTAN se ocupe de la cuestión.

El presidente Obama ha nombrado su representante especial para Afganistán y Pakistán al experimentado diplomático Richard Hoolbroke, que logró negociar un acuerdo (los acuerdos de Dayton) en 1995 para poner fin a los combates en Bosnia. Sin embargo, ahora no tratará con Serbia y Bosnia, sino con India y Pakistán y cabe añadir que no debería siquiera tratar de interferir con respecto al futuro de Cachemira; ningún mediador estadounidense se precisa a tal propósito, pues tal problema se solucionará (si se soluciona un día) mediante negociaciones directas entre ambos países. Holbrooke es persona de experiencia y gran energía, pero si en Pakistán se imponen las fuerzas de la fractura y la división, ¿qué podría hacer para evitar la ruina del país?

Los verdaderos peligros para la paz mundial estriban no en Gaza y Kabul, sino en la proliferación de las armas nucleares en Irán y en una posible quiebra del poder central en Pakistán. El presidente Obama ha expresado su disposición a entablar conversaciones directas con Teherán, una idea acaso no tan mala como han manifestado algunas voces críticas. Porque, a menos que se tantee la vía diplomática, Obama será siempre criticado por haber dejado escapar una buena oportunidad para preservar la paz. Ahora bien, cabe añadir: ¿qué posibilidades hay de que, como resultado de dichas conversaciones directas, Irán renuncie a sus aspiraciones de fabricar armas atómicas y convertirse en la potencia dominante de Oriente Medio? Tales aspiraciones pueden conducir perfectamente a un conflicto armado cien veces más peligroso y devastador que cualquier cosa vivida hasta ahora. Tales son las sombrías perspectivas que afrontamos ahora. Un desastre no es un resultado inevitable y lo imprevisto suele suceder. Pero sería útil y provechoso que los asesores de Obama establecieran correctamente sus prioridades, aunque su libertad de acción es muy limitada.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

febrero 1, 2009 Posted by | Estados Unidos | Deja un comentario